Las aplicaciones de mensajería instantánea están a la orden del día. ¿Quién no entra a ver los mensajes de WhatsApp varias veces al día? También es muy común usar Telegram, sobre todo aquellos que trabajan delante del ordenador varias horas al día y se comunican con su entorno laboral y social a través de esta app. Además sería interesante que si alguien esta pensando en el desarrollo de aplicaciones móviles fueran aclarando estos temas.

Pero la cuestión es si éstas y otras aplicaciones de mensajería nos garantizan la protección de nuestros datos personales. ¿Cumplen o no cumplen la normativa de protección de datos?

¿Pueden traernos problemas las aplicaciones de mensajería?

Lo cierto es que algunas de ellas han ido incorporando mejoras en este sentido. Por ejemplo, WhatsApp puso en marcha el año pasado el cifrado de extremo a extremo. ¿Qué significa esto? Que ni siquiera ellos mismos, la empresa, pueden acceder a nuestros mensajes, llamadas, fotos o vídeos ni a los de nuestros contactos.

Es cierto que esta opción no es habitual en los servicios de mensajería y se aplicó a todos los usuarios de WhatsApp del mundo: daba igual si usaban Android, iOS o cualquier otro sistema operativo. La medida es universal para todos sus clientes: 1.000 millones de usuarios.

Sin embargo, muchas aplicaciones de mensajería siguen sin cumplir con la Ley de Protección de Datos. El cifrado no es la panacea, solo garantiza algunos aspectos incluidos en esta ley, pero es del todo insuficiente para garantizar la privacidad de los usuarios.

El problema viene cuando mezclamos de mala manera los términos seguridad y privacidad, que solo coinciden plenamente si una aplicación en cuestión es capaz de garantizar el cumplimiento de la ley en su totalidad.

¿Qué hacen las apps de mensajería con nuestros datos? ¿Alguien lo sabe?

Ese es realmente el problema: que no estamos informados de estos aspectos porque las empresas responsables de estas aplicaciones de mensajería no son transparentes en este sentido:

¿Dónde guardan nuestros datos? ¿Cuánto tiempo los conservan? ¿Para qué los usan? ¿Quién y cómo los gestiona? ¿Cuánto vale esa información?

Son solo algunas preguntas que podemos hacernos al respecto de los problemas que nos plantean las aplicaciones de mensajería sobre la protección de nuestros datos.

Y el tema es preocupante porque es fácil deducir que algunas de estas empresas transfieren la información a países con un nivel de protección de datos nada seguro. Hay que tener en cuenta que, a través de la mensajería instantánea, particulares y empresas manejamos información personal y confidencial de clientes, amigos o familiares sin saber exactamente dónde va a parar toda esa información.

Pero, si nos paramos a pensar… ¿Cómo es posible que estas aplicaciones de mensajería sean del todo gratuitas? Pues, seguramente, porque obtienen a cambio todos nuestros datos y les sacan rentabilidad. El servicio tiene un precio, desde luego, y lo pagamos aceptando algunas cláusulas que se incluyen en las condiciones del servicio que nadie se lee.

¿Cómo es esa información tal valiosa?

Pues las aplicaciones de mensajería tienen acceso a muchos datos sobre nosotros. Desde la IP, hasta nuestros hábitos de conexión, la identidad de los destinatarios de nuestros mensajes, el volumen y características de la información que transmitimos… todo tiene un uso comercial y seguro que lo aprovechan al máximo.

De esta manera, compensan la inversión y los gastos de desarrollo de la aplicación: usando nuestros datos personales y también los llamados metadatos.

La cuestión es que nosotros aceptamos tácitamente esa realidad. Si usamos una aplicación gratuita y, además, aceptamos las condiciones (leyéndolas o sin leerlas) no nos debe extrañar que no nos ofrezcan privacidad. De hecho, somos libres de decidir qué canal de comunicación elegimos para cada cosa y, a lo mejor, hacer un uso profesional de aplicaciones de mensajería instantánea gratuita no es lo más acertado.

Datos sobre protección de datos en WhatsApp y Telegram

  • Ambas aplicaciones acceden a nuestra agenda de contactos por defecto e, incluso, te impiden contactar con usuarios que no hayas registrado antes en tu agenda.
  • Ninguna de las dos almacena los datos en servidores de la UE.
  • Ninguna de las dos cumple con la Ley Europea de Protección de Datos.
  • Ambas han implementado el cifrado de extremo a extremo.
  • Sólo Telegram permite las conversaciones efímeras.
  • En WhatsApp perduran.
  • WhatsApp facilita datos a terceras empresas.