Internet forma parte ya de nuestra vida de una manera irrenunciable. Nos acostumbramos a estar conectados de manera permanente para recibir o emitir información: correos, mensajes instantáneos, publicaciones en redes sociales… Sin embargo, esto es solo una primera fase de una realidad que tiene que llegar mucho más lejos. Nos referimos al Internet de las Cosas, un concepto que se conoce como IoT, la abreviatura de su traducción al inglés (Internet of Things).
¿En las cosas internet? ¿Internet en las cosas?
Este fenómeno responde a la interconexión digital de nuestros objetos cotidianos con la red. Su evolución es imparable y nos llevará a un punto en que es posible que haya más cosas que personas conectadas a internet.
En teoría, este concepto viene para hacernos la vida mucho más fácil: la cotidiana y la profesional.
La digitalización del mundo físico.
Ésta podría ser una buena definición para este proceso en el que nos hayamos inmersos, gracias al Internet de las Cosas. Un mundo en el que nuestros elementos y actos cotidianos, estuvieran conectados para darnos un mejor servicio.
Por ejemplo, una nevera que nos avisara de la caducidad de los alimentos o encargara la compra a domicilio de aquellos que se acaban. Unas zapatillas que registren nuestros progresos como runners, collares para perros que monitoricen su actividad, etc.
El nombre lo acuñó el Instituto Tecnológico de Massachussets y sirvió para definir una nueva relación entre las personas y los objetos, que se produce a otro nivel. El nivel de la conectividad.
Y no hace falta implementar una elevada tecnología para conseguirlo. Ni siquiera necesitan hacer uso del Wifi o del Bluethooth, ya que la mayoría de los objetos se conectan a través de señales de radio de baja potencia. De todas maneras no se trata de un sistema definitivo, ya que para la evolución del Internet de las Cosas siguen estudiándose nuevas alternativas que requieran menos energía y cuyo coste sea inferior.
Basta con que los distintos objetos integren un pequeño chip para poder ser identificados por radiofrecuencia y gestionados: procesan información y la transmiten.
¿Nos cambiará la vida el Internet de la Cosas?
Algunas fuentes aseguran que, dentro de 3 años, en 2020, habrá en el mundo cerca de 55.000 millones de dispositivos conectados a internet para ofrecer a los seres humanos servicios variados y aplicaciones inteligentes. No es difícil recrear el futuro y pensar cómo puede cambiar nuestra vida en ese punto, ¿verdad?
De hecho, nos encanta cómo lo explicó hace algún tiempo el máximo responsable de la empresa Ericsson, Hans Vestberg:
«Si una persona se conecta a la red, le cambia la vida. Pero si todas las cosas y objetos se conectan, es el mundo el que cambia.»
Imaginemos, por un momento, las funcionalidades que pueden adquirir determinados objetos de nuestra vida cotidiana, una vez conectados a internet: libros, botiquines, despensas, termostatos…
Por ejemplo, Amazon y una empresa de detergentes han puesto a la venta un botón que el usuario pega en el frontal de su lavadora. Cuando vemos que queda poco detergente activamos el botón. De esta manera acabamos de realizar un pedido de detergente, predeterminado por el usuario con anterioridad, que nos llegará a casa en pocos días. Este es, sin duda, un ejemplo de cómo el Internet de las cosas puede llegar a facilitarnos la vida.
Otras aplicaciones para el Internet de las Cosas.
Pero no solo en el ámbito doméstico tiene un valor este concepto. En el sector de la empresa privada, hay miles de aplicaciones muy útiles que pueden convertirse en una auténtica revolución.
Por ejemplo, en la industria ya se han hecho grandes avances en este sentido para la producción masiva. Procesos de fabricación, robots, sensores, controles de producción, todo centralizado y gestionado a través de internet. Nada que no haya empezado ya a hacerse.
También es la base de las llamadas ciudades inteligentes: control de semáforos, detectores, sistemas de riego, aparcamientos públicos, conservación de playas… la gestión municipal puede pasar a una nueva dimensión si se van adoptando con rapidez estos avances y estas nuevas aplicaciones. También el control del medio ambiente, ya sea urbano o rural. Y, por descontado, el sector sanitario donde el Internet de las Cosas puede tener, y de hecho tiene, infinitas aplicaciones.
Nos apasionan las aplicaciones tecnológicas y pensamos que hay soluciones perfectas para todas nuestras necesidades. Si necesitas desarrollar una aplicación para tu empresa o asesoramiento para tu adaptación tecnológica, contacta con nosotros. Podemos ayudarte.